Los Másteres de Música de conservatorios ya superan a los universitarios
Por primera vez el número de másteres de enseñanzas artísticas en los conservatorios españoles supera a los de música de las universidades. En el curso 2018-2019 se oferta un total de 52 títulos de los que 28, más de la mitad, se imparten en los conservatorios.
Esta cifra récord se ha alcanzado por la incorporación al catálogo de cuatro nuevos másteres a los que el Consejo Superior de Enseñanzas Artísticas dio luz verde el 26 de julio: el de Flamencología de la ESMUC y los tres del Real Conservatorio Superior de Madrid: el de Pianista Acompañante y Repertorista, el de Interpretación e Investigación Performativa de Música Española y el de Nuevas Tecnologías de la Música Actual: Creación e Interpretación.
¿Cómo se explica este «sorpasso» de las artísticas en solo 5 años, cuando en España únicamente podía estudiarse un máster oficial en las universidades? ¿se trata de algo puntual o de una tendencia definitiva?
La batalla comenzó con la LOE, que colocaba a las artísticas superiores dentro de la Enseñanza Superior, junto a las universitarias. A partir de ese momento algunos conservatorios fueron tomando posiciones y consiguieron sacar adelante sus propuestas de máster.
Las universidades, por su parte, tuvieron que adaptar los títulos que ya tenían a la nueva normativa, incorporando el sistema ECTS y demás requisitos impuestos por el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Pero esto también provocó una criba de su oferta, porque en ese momento algunos títulos habían dejado de ser estratégicos, o simplemente ya no se consideraban rentables y dejaron de impartirse.
La realidad hoy es que los másteres de música en nuestro país ya no son patrimonio de la universidad y que la propuesta educativa comienza a ponerse interesante. Una propuesta en la que se aprecian claramente las tendencias de cada sector educativo:
En los conservatorios la práctica totalidad son másteres de interpretación o composición, salvo dos de investigación en la ESMUC o los de la Comunidad Valenciana, que unen investigación a la interpretación.
Por su parte, los universitarios muestran mayor diversidad y una clara tendencia multidisciplinar, orientándose a la musicología o la investigación, así como a la composición, la educación, la gestión o la musicoterapia, entre otras.
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Pero más allá de la oferta, los másteres deben responder a las expectativas creadas, y aquí es donde todavía queda mucho camino por recorrer. Tanto las universidades como los conservatorios están atravesando momentos difíciles, y no solo en el ámbito económico sino también en la validación de sus propuestas educativas.
Y en el caso de los conservatorios, aún no hay suficiente recorrido como para poder considerar asentada su oferta. Llegarán las Agencias de Evaluación de la Calidad para acreditar los títulos pasados unos años, pero es la sociedad y los estudiantes quienes tendrán la última palabra.
Salvo algunas excepciones, los másteres en los conservatorios españoles tienen pocos alumnos, en parte, por la inercia de tener que salir a buscarlos a otros países cuando aquí no existía la posibilidad de hacer un posgrado. Hace unos días una profesora de la Universidad de Música Chopin de Varsovia me decía que los titulados españoles están allí cursando su máster. Y la verdad es que se van a Varsovia, pero también a otros muchos sitios, como yo mismo lo he podido comprobar en Bruselas, Groningen, Helsinki o en Roterdam, por citar solo unos casos.
Pero lo cierto es que, sin alumnos, los títulos no pueden impartirse. Y no es suficiente con abrir las puertas de par en par, con pruebas de acceso poco exigentes, o sugiriendo a los alumnos hacer su máster de un curso en dos, con el fin de conseguir engordar las listas de matriculados.
La credibilidad hay que ganarla en un espacio mucho más competitivo, en el que no solo cuentan argumentos como el de facilitar las cosas a los estudiantes de la región para que no tengan que molestarse en salir al extranjero a hacer su máster. Las titulaciones tienen que percibirse como ofertas atractivas y competitivas, además de serlo por supuesto. Y tienen que ser relevantes en el ámbito científico o profesional, con una demanda real y de interés para la sociedad.
La batalla continúa, y ahora no solo hay que medirse con las universidades, sino que también hay que diferenciarse del conjunto de los conservatorios y en esto los centros privados están demostrando sus fortalezas. Ellos solos suman 20 másteres, frente a los 8 de los públicos.
Lo que sucederá con los conservatorios en un futuro no podemos saberlo, pero no es difícil entrever que sólo los centros con una oferta de posgrado consolidada y competitiva podrán salir adelante. El resto tendrá que echar el cierre o conformarse con ser conservatorios de segunda.
Antonio Narejos