Salidas profesionales para los pianistas
Las perspectivas laborales de los pianistas preocupan (y mucho) a los jóvenes estudiantes, que sienten la incertidumbre ante su futuro profesional debido a la complicada situación que nos está tocando vivir.
En muchos casos afecta incluso a su ánimo y convicción a la hora de afrontar una carrera que no parece ofrecerles un modo seguro de ganarse la vida. Pero ante todo conviene tomar conciencia de que ganarse la vida no consiste en ganar dinero, sino algo mucho más profundo como es darle un sentido a la vida, haciendo algo que merezca la pena: a través del piano me realizo a mí mismo. Si damos lo mejor de lo que seamos capaces, el trabajo y el dinero vendrán, ese no es el problema. Y es que no podemos escribir nuestro futuro, sino solo creer en nuestras propias fuerzas e ilusiones y trabajar con el máximo empeño… pero también con inteligencia.
Un primer paso hacia el éxito profesional es conocer y asumir con sinceridad dónde están nuestros puntos fuertes y dónde nuestras debilidades, con el fin de orientar los esfuerzos y ponernos a trabajar con criterio y decisión. Pero además es imprescindible contemplar el escenario profesional con la mayor amplitud de miras y una actitud libre de prejuicios.
Durante mucho tiempo nos preparamos para alcanzar la máxima excelencia pianística. Años de esfuerzo y sacrificio difíciles de valorar por una sociedad que cada vez se mueve más por el mínimo esfuerzo, tendiendo a buscar el triunfo fácil y a corto plazo. Pero cuando alguien pone todo su potencial en convertirse en un gran pianista, con frecuencia corre el riesgo de idealizar. El problema radica en que si no consigue, por ejemplo, entrar en circuitos internacionales de conciertos, grabar discos o ganar concursos, a menudo vive su experiencia profesional como una verdadera decepción.
Los representantes de conciertos manejan muchas otras variables además de la calidad interpretativa y las discográficas parecen cerradas a la mayoría de propuestas. Los concursos ya no son lo que eran: Hace no mucho tiempo el ganador tenía prácticamente asegurada su carrera, hoy apenas le permite obtener algo de dinero y añadir una nueva línea en su currículum. Demasiados concursos y cada vez más devaluados y solo los que podríamos considerar de grand slam suponen un verdadero espaldarazo a una carrera profesional.
Poniendo los pies en la tierra, lo cierto es que el mercado laboral del pianista en nuestros días debería entenderse desde una doble perspectiva: por una parte en clave de diversidad y simultáneamente en clave de especialización.
Hablar de diversidad es asomarse a un universo multidisciplinar, abierto a la participación en grupos de cámara, al ámbito de la docencia, el acompañamiento (de canto, danza o instrumentos), la improvisación, o bien la orientación a diferentes repertorios (como música contemporánea o música antigua), la apertura a otras músicas (como jazz, flamenco, etc.), o bien entender el piano como llave para otras carreras (como composición o dirección de orquesta) y otras profesiones que a priori pueden estar más alejadas, como técnico afinador, técnico de sonido o gestor cultural.
También se impone estar abiertos al surgimiento o la creación de nuevos yacimientos de empleo, lo que exige grandes dosis de imaginación y sensibilidad hacia las verdaderas demandas de la sociedad. Todas las opciones son válidas, solo es necesario evitar ensimismarse y conseguir despojarse de vanidades.
Pero además de observar las salidas profesionales en toda su amplitud, hay que hacerlo al mismo tiempo en el sentido de conseguir la mayor especialización. De lo que se trata es de diseñar un perfil profesional lo más singular y especializado posible, algo que nos haga competitivos en el mundo artístico y laboral y poner todas las energías en alcanzar nuestras metas.
Cualquiera de las vías por la que optemos debe abordarse desde la máxima autoexigencia. Quienes han alcanzado niveles altos de perfeccionamiento en el piano saben que se trata de una actividad de gran complejidad, que requiere un alto grado de sensibilidad, capacidades de comprensión, análisis y la puesta en juego de un gran número de procesos mentales y habilidades físicas altamente desarrolladas. Por lo tanto, y ante todo, se impone tratar de mantener la integridad artística, sea cual sea la actividad que en un momento dado de nuestro desarrollo profesional estemos desempeñando.
Pero, ¿cómo podemos conocer las opciones reales con las que contamos? ¿Dónde obtener la formación necesaria para especializarse?
La primera sensación de desasosiego entre los estudiantes surge al comprobar que los conservatorios se ocupan muy poco del futuro de sus alumnos, permaneciendo anclados en inercias profesionales y adaptándose muy lentamente a la realidad social y laboral en la que se insertan.
No existen, por ejemplo, información sobre bolsas de trabajo, ni cursos de orientación profesional. Uno tiene la sensación de que ha de buscarse la vida por su cuenta o tener la suerte de encontrarse con personas que confíen en uno mismo y le orienten. Este papel lo desarrollan hasta ahora los profesores a título personal, en virtud de los vínculos establecidos durante los años de docencia-aprendizaje. Es decir gracias a la buena voluntad de las personas, pero muy rara vez contando con el apoyo de las instituciones.
Pero ¡algo hay que hacer! ¿Por dónde empezar?
Los primeros pasos hay que darlos durante el periodo de estudio, en la elección, por ejemplo de las asignaturas optativas o reforzando la formación complementaria (¡sin olvidarse de los idiomas!), cursos de perfeccionamiento, etc.
Realizar una estancia en el extranjero gracias a las becas Erasmus es cada vez más esencial para completar la formación y ampliar la visión de nuestras propias posibilidades y de la realidad profesional en Europa.
Y al terminar los estudios una buena opción es la de invertir en formación, realizando por ejemplo un máster. Cualquier máster musical servirá para incrementar nuestras capacidades, para especializarnos en aspectos profesionales, artísticos o científicos que nos puedan interesar, al tiempo que desarrollar habilidades y métodos de investigación, y por supuesto para optar a continuar con el doctorado. Para ejercer la docencia en los conservatorios de música también será necesario estar en posesión de un título oficial de máster que acredite la formación pedagógica y didáctica necesaria. Pero ¡Atención! ¡Qué nadie se llame a engaño! a día de hoy este máster todavía no está regulado y por lo tanto no se oferta en ningún lugar. Esto es muy importante, ya que en un futuro del máster de especialización didáctica será necesario para poder presentarse a oposiciones, independientemente de que se tenga o no otros másteres.
En última instancia, sea cual sea el camino profesional elegido, la clave está en ser capaces de desarrollar un proyecto personal lo más singular posible: Debemos ser capaces de encontrar nuestra propia personalidad y llegar a identificarnos plenamente con lo que hacemos.
La creación de un perfil profesional requiere atender tanto a factores personales como externos. Entre los primeros uno de los más importantes es valorar objetivamente nuestras verdaderas capacidades. Muchos estudiantes pasan media vida tratando de hacer algo en lo que no son competitivos y descuidan otros aspectos en los que podrían destacar con mayor facilidad. Entre ellos cuentan la habilidad para la improvisación, la lectura a vista, la creatividad, integración en grupos, adaptación a repertorios específicos, capacidades comunicativas, etc.
En cuanto a los factores externos, conviene atender al ámbito geográfico en el que vamos a actuar o sobre el que proyectamos hacerlo de modo prioritario. No siempre encontraremos las mejores opciones profesionales en la ciudad donde vivimos, y a menudo es necesario ampliar el radio de acción al ámbito internacional.
Por otra parte conviene tener en cuenta el sector social al que nos dirigimos con nuestras propuestas (si solo pensamos en el público melómano de las viejas sociedades de conciertos, probablemente tendremos menos posibilidades de actuar). Que nadie piense que la audiencia le pertenece o que va a estar ahí por derecho, muy al contrario hoy el público es selectivo a la hora de emplear su tiempo y su dinero, y solo responde a aquello que le resulta mínimamente sugerente.
Faltan propuestas interesantes, ideas originales… se tiene la tendencia a preparar un repertorio bastante convencional y esperar a ver si alguien nos llama. Pero en la actualidad las cosas no funcionan así. Es preferible diseñar programas atractivos, huyendo de los tópicos más explotados y, algo todavía más importante, saber desarrollar proyectos profesionales sólidos y atractivos.
El músico no puede dedicarse solo a practicar el instrumento, subir al escenario, tocar y marcharse. Cada vez más los músicos están llamados a tener un papel más vital en la sociedad, contribuyendo al diálogo y la democracia, convirtiéndose en parte fundamental de los procesos culturales y educativos.
Quien además de tocar un instrumento se forma en otras disciplinas, está multiplicando sus capacidades laborales. Pero siempre hay que partir de las propias potencialidades e intereses, no se trata de disfrazarse de otra cosa, sino de crear un perfil singular y hacerse competitivo en espacios concretos, lo que reducirá la competencia y multiplicará las posibilidades de obtener trabajos mejor cualificados. Además, hay que intentar ser uno mismo, dedicar más tiempo al trabajo y a lo que nos gusta y menos a tratar de imitar a los demás.
Tampoco debemos olvidar que en la sociedad actual la unión hace la fuerza, y por eso hay que considerar también involucrarnos en proyectos colaborativos, así como participar en asociaciones que compartan nuestros intereses.
En otro orden de cosas, el manejo de las nuevas tecnologías abre cauces de difusión e intercambio de experiencias. El empleo de las Redes sociales (Twiter, Linkedin o Facebook principalmente) o mantener un Blog activo, pone ante nosotros un gran abanico de posibilidades profesionales.
Y a la hora de difundir nuestro trabajo y proyectar nuestra imagen profesional es necesario ser capaces de elaborar un curriculum atractivo. Muchos graduados de piano no saben siquiera cómo adaptarlo a diferentes ocasiones (académico, artístico, reducido, etc.) y no todos pueden redactarlo en otros idiomas. Pero para desarrollar la autopromoción, hay que saber venderse. Debemos huir del autobombo: no es necesario recordar a cada momento lo bueno que es uno, ni insistir con correos y anuncios continuamente. Cuando uno hace las cosas bien, la gente se va a dar cuenta.
Una iniciativa muy interesante es la elaboración de un portafolio profesional, reuniendo los programas de conciertos ofrecidos, grabaciones, referencias en medios de comunicación, así como diplomas de cursos, certificados, cartas de recomendación, etc. donde se refleje el progreso y los logros obtenidos en un periodo de tiempo determinado. Pero el portafolio no es solamente un modo de promocionarnos, sino que es también una herramienta para la reflexión y ayuda a planificar nuevos proyectos y objetivos.
Espero que estos sencillos consejos para llevar a la práctica permitan a muchos jóvenes estudiantes de piano comenzar a construir su futuro profesional desde hoy mismo.
Antonio Narejos
[Artículo publicado en la revista digital Latecla, Número 1, octubre 2012]