LOE que te quiero LOE
La herida sigue abierta. Han pasado ya tres meses desde que las Sentencias del Tribunal Supremo dejaran sin validez el Real Decreto de ordenación de las Enseñanzas Artísticas Superiores, en lo que se refiere a los Grados, y el problema está aún por resolver.
Las sentencias destaparon la caja de los truenos. Muchos han sido desde entonces los escritos y manifestaciones de rechazo hacia los hechos acaecidos, como el manifiesto de ACESEA, declaraciones de sindicatos, claustros de profesores, asociaciones de estudiantes y un gran número de agentes sociales e individuos que han alzado su voz ante lo que consideramos la enésima prueba del descuido y hasta el desprecio con el que las administraciones públicas tratan a nuestras Enseñanzas Artísticas Superiores.
Y, como suele pasar en nuestro país, a las reacciones airadas y manifestaciones de indignación iniciales sigue un periodo de conformismo y resignación ante la miopía, la incompetencia y la inacción exhibida por nuestros políticos y gestores.
La Asociación Europea de Conservatorios (AEC) envió un extenso escrito al Ministro de Educación, José Ignacio Wert, partiendo de tres ideas fundamentales:
- Mostrar la preocupación de la AEC hacia la situación creada por las sentencias en lo que puede afectar a la movilidad de los estudiantes y el reconocimiento de los títulos en Europa.
- Pedir al Gobierno español que adapte urgentemente la legislación a las exigencias del Espacio Europeo de Educación Superior.
- Ofrecer la colaboración de la AEC como órgano consultivo de la UE en materia de educación musical.
El escrito fue contestado desde el Gabinete del Ministro con un lacónico «estamos estudiando y valorando una solución jurídica a la cuestión».
Todo parece indicar que el asunto se zanjará cambiando el nombre de Grado por el de Título Superior en Enseñanzas Artísitas y todos tan tranquilos.
Y, a decir verdad, la preocupación nominal no debe ofuscarnos demasiado. Lo que cuenta no es el nombre sino que se asegure la exacta correspondencia con el primer nivel de los estudios superiores en toda Europa. De hecho, en Italia el Grado se llama Laurea y en la mayoría de países Bachelor. Qué pensaríamos si nuestro Título Superior de Música, por ejemplo, se llamase Diploma Nacional Superior de la Profesión de Músico» [1] equivalente al grado universitario, como sucede en Francia? Suena como a poco universitario ¿no?
La fascinación por el Grado no debería hacernos perder de vista el nuevo reto que se nos viene encima: la implantación de los nuevos Másteres en Enseñanzas Artísticas. Aquí no hay problema de nombre, ya que el Tribunal Supremo ratificó el derecho de nuestros centros a impartir las enseñanzas de Máster.
Pero ¡Atención!, porque aquí van a ir marcándose distancias importantes entre los diferentes centros superiores españoles. Las enseñanzas de Máster van a suponer una verdadera piedra de toque. Aquellos centros que sean capaces de integrar los estudios de posgrado en su estructura académica y hacer una oferta de Másteres atractiva estarán situándose en primera línea de competitividad, no solo frente a las universidades sino también (y sobre todo) frente al resto de conservatorios españoles.
La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), está evaluando ya varios Másteres que a lo largo del próximo año verán la luz en distintas comunidades autónomas. Pero la mayoría de ellas aún no han dado los primeros pasos para poner en marcha estas enseñanzas. Teniendo en cuenta que la tramitación requiere más de un año de trabajo, contando también con el trámite de evaluación de los informes y recomendaciones de modificación hechas por la ANECA o a la agencia de evaluación de la comunidad autónoma correspondiente, es más que probable que cuando en el curso 2013-2014 tengan necesariamente que entrar en marcha los estudios de Máster, solo unos pocos conservatorios estarán preparados. Los que no se suban al carro de los estudios de postgrado quedarán relegados a una segunda categoría, impartiendo únicamente titulaciones de primer ciclo, llámense como se llamen.
¿Estamos a tiempo? A nivel general, yo cada vez soy menos optimista. Si apenas se ha hecho nada en época de bonanza, salvo lo justo para salir adelante y renqueando, ¿cómo vamos a esperar que se aborde hoy la cuestión con dignidad? Precisamente en el momento que atravesamos, con muchas universidades al borde de la quiebra, las orquestas cerrando o reduciendo plantillas, los auditorios cambiando el modelo de producción, el gobierno central y las comunidades autónomas dejando en la calle a miles de interinos, subiendo las tasas de matriculación y reduciendo las becas a los alumnos…
Lo que personalmente me preocupa no son los nombres sino, entre otras cosas, el retraso y la cobardía en la toma de decisiones, el frágil desarrollo de los nuevos planes de estudios (en algunos casos todavía a medio hacer), la situación del 95% del profesorado (interino o en comisión de servicio), los procedimientos de acceso a la función docente, la precariedad de los centros, la ausencia de programas de investigación y desarrollo, la desconexión que guardan nuestras instituciones respecto al mundo laboral, la escasez de recursos humanos y materiales que garanticen un mínimo de calidad en la enseñanza, y la cara de tonto que se nos pone cuando vemos lo mucho que queda por hacer y la poca o nula voluntad política para mover un dedo.
No tenemos arreglo… mientras nos desangramos, seguiremos recitando el Romance sonámbulo de García Lorca, como si no pasara nada:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Antonio Narejos
[1] El título equivalente al Grado en Francia recibe el nombre de DMSPM (Diplôme National Supérieur de Profession de Musicien)