Mantener la Integridad artística en los Conservatorios
Los cambios significativos que experimentamos en nuestros días están llevando a los conservatorios europeos a replantearse cuestiones esenciales como la sostenibilidad de los centros, la relación de las enseñanzas que imparten con las demandas de la sociedad actual y hasta el futuro de las profesiones musicales.
Muchos son los factores externos que condicionan el nuevo escenario, desde el ámbito económico y el tecnológico hasta el social y el cultural. Pero en este punto surge la pregunta sobre la integridad artística de estos centros y de la propia actividad que desarrollan los músicos en su proyección social y laboral. ¿Será posible mantener la integridad artística en un mundo en el que predominan los criterios del mercado y las industrias, donde los rankings y las estadísticas pesan más que los valores y el espectáculo más que la cultura?
El ámbito legislativo en muchos casos está siendo incapaz de reaccionar con suficiente rapidez y efectividad para afrontar los nuevos retos a los que tienen que enfrentarse los conservatorios. En España, sin ir más lejos, todavía está pendiente la incorporación de las enseñanzas superiores al marco universitario, la ley de Propiedad intelectual o la regulación del IVA cultural.
Por su parte, los centros europeos responden adaptando sus estructuras y organización a la nueva situación. Una de las opciones es la diversificación de la oferta educativa. La mayoría de los centros se está abriendo a espacios musicales que durante mucho tiempo habían permanecido al margen. Géneros y estilos musicales como el jazz, el pop o el flamenco están encontrando su adecuación en unos centros tradicionalmente dominados por las grandes líneas de la música académica.
Para estudiar Guitarra flamenca, por ejemplo, ya no es necesario quedarse en los conservatorios de Córdoba o Murcia, por ejemplo, sino que también puede realizarse un Bachelor (equivalente a nuestro Título Superior) en Codarts, el Conservatorio de Rotterdam, así como en otras especialidades como Tango argentino, Música latina o Música hindú, entre otras, además del Máster asociado en World Music.
En España apenas pueden realizarse estudios oficiales de Jazz en los conservatorios de Cataluña o en el reciente Máster oficial de la Breklee de Valencia. Estudios que es fácil encontrar en numerosos países europeos desde Suecia a Italia, Inglaterra o Austria. Incluso existen centros oficiales especializados únicamente en músicas modernas, como la Pop Academy de Mannheim, tanto en el nivel de Bachelor como el de Máster.
Pero son muchos los nuevos oficios y variantes de los tradicionales que se demandan en la actualidad. El compositor está encontrando menos opciones para estrenar fuera de la programación de determinadas orquestas y festivales o grupos especializados, mientras que cada vez más se demanda su participación en las sintonías, videojuegos, multimedias o música de cine. Al intérprete hoy se le exige que sea competente en una mayor variedad de estilos, formaciones multidisciplinares y nuevos escenarios. El tránsito de lo analógico a lo digital en tantos ámbitos de la vida cotidiana y de las artes está articulando redes y nuevas formas de difusión musical en donde la gestión y la promoción están ganando importancia, creando nuevos trabajos como el content curator, el community mannager, etc.
Otra de las enseñanzas que se está introduciendo en los conservatorios es la Musicoterapia que cuenta con diversos másteres oficiales e incluso una Laurea (equivalente a nuestro Título Superior) en el conservatorio de Pescara, nivel en el que solo se impartía en algunas universidades. Hay que tener en cuenta que la profesión de musicoterapeuta no está reconocida en toda Europa y que solo puede considerarse normalizada en algunos países como Austria, Grecia, Letonia, Noruega, Holanda, Reino Unido o Serbia.
Por su parte, la Asociación Europea de Conservatorios (AEC) puso en marcha hace dos años el grupo de trabajo Conservatoires as Innovators and Audience Developers, que trata de dar respuesta a cuestiones relacionadas con la integración de estas nuevas especialidades y su diálogo con las más tradicionales.
Y es que la integridad artística es fundamentalmente un problema que se plantea en Europa, donde todavía dominan los valores histórico-estéticos que han caracterizado a nuestro Viejo Continente, por los que tenemos el compromiso de seguir luchando en defensa de nuestras señas de identidad cultural y por la excelencia de nuestros músicos. La clave estará en conjugar la tradición con la diversidad y la innovación.
Antonio Narejos
Publicado en Melómano, junio de 2016, pág. 56